domingo, 5 de agosto de 2012

Salmo I


No tengo miedo a la montaña.
No temo de la noche salvaje bajo las estrellas.
No tengo miedo del mar y sus olas
Que rompen feroces entre piedras.

No me atemoriza el abismo vacío.
No me aterra la caverna oscura y silenciosa.
No tiemblo ante el frió crudo en la carne
Ni esquivo el desierto desolado.

Solo temo a una cosa frágil como la hierba.
A la blanda carne que se me asemeja.
Que no duerme y cavila.
Temo del hombre; del alto hombre.

Temo a sus reglas, a su  estupidez / a mi estupidez...
como un espejo.